¡Costa Rica celebra 200 años!

Este 15 de septiembre celebramos, una vez más, la independencia de nuestro país.

Pero este año es una ocasión especial, pues estamos celebrando 200 años del nacimiento de nuestra nación, lo cual amerita que hagamos una pausa, que reflexionemos sobre nuestro pasado, presente y futuro.

En 1821, apenas unas semanas después de independizarse de España, Costa Rica adoptó su primera ley fundamental, su primera Constitución. Esa ley se llamó el Pacto de Concordia. Eso es interesante, porque puso en el punto de partida, en la base de nuestra historia como nación independiente, la idea de concordia, que es la del acuerdo, la de la armonía entre las personas.

A lo largo de estos años, Costa Rica ha tenido liderazgos extraordinarios, que contribuyeron a dejarnos todo lo que tenemos hoy. A diferencia de lo que pasó en el resto de América Latina, Costa Rica casi no tuvo gobernantes militares. Más bien, dos líderes que estuvieron vinculados con algún conflicto armado en el país, fueron quienes tomaron dos decisiones fundamentales para definir el carácter de lo que somos como pueblo: abolir la pena de muerte en 1882 y abolir el ejército en 1948.

En nuestra historia hemos pasado por varios momentos muy difíciles, desafiantes. Somos un país que ha experimentado conflictos y dificultades de muchas clases, pero que siempre ha sabido valorar la convivencia pacífica entre la gente y el respeto a la dignidad de todas las personas. Por eso, quizás, somos una de las democracias más longevas del continente.

La democracia se basa precisamente en eso: el reconocimiento de la dignidad de todas las personas, para que pueda distribuirse el poder gobernar en todo el pueblo, que elige a sus representantes. Cada uno elige a quién más siente que le representa, porque hay otros que representan a otras personas, distintas a mí, pero igual de valiosas.

En el presente, vivimos momentos de grandes transformaciones. Este pequeño gran país en el ombligo del continente lo tiene todo para poder asegurarnos una buena vida a su gente. Pero los desafíos que tenemos por delante no son menores, porque lo que nos sirvió en el pasado ya no nos va a ser tan útil en el futuro.

Vivimos tiempos de transformación tecnológica, cultural, productiva. Debemos desarrollar nuevas habilidades y asegurarnos de que todas las personas tengan oportunidad de transformarse en lo necesario para poder aprovechar las ventajas que ofrecen nuestros tiempos.

Para enfrentar esos desafíos juntos necesitamos recordar que somos un pueblo basado en la concordia. Somos un país esencial, un ejemplo para el mundo. Somos gente Pura Vida. Somos gente que aprecia el trabajo y la paz.

Por eso, para asegurar un futuro como el que merecemos, como el que merece esta bella patria, debemos recordar lo que somos realmente, ese espíritu que nos define. Tenemos que sacrificar todos un poco, para ganar todos un poco más. En democracia, sin ceder no hay ganancia.

Estamos juntos, unidos por esta tierra. Comprometámonos a trabajar, también juntos, para asegurar el bien común que queremos poder heredar.

¡Que vivan siempre el trabajo y la paz!

Previous
Previous

La cultura y el cambio

Next
Next

Lecciones de Tokio 2020