Colaboración: el modelo operativo necesario

Colaborar unos con otros ha sido la esencia del éxito de la especie humana en el planeta. Es innegable que ha sido la clave de la evolución y el progreso en la ciencia, en el desarrollo social, industrial, tecnológico, etc.

La colaboración es tanto una capacidad individual como colectiva. Pensándola como una competencia individual, podemos definirla como la habilidad para trabajar con otras personas de forma interdependiente para alcanzar objetivos, y no de forma separada o compitiendo. Desde el punto de vista colectivo, como somos seres sociales, estamos programados para colaborar unos con otros para adaptarnos, sobrevivir y prosperar en nuestro entorno.

Sin embargo, la tarea en ocasiones no resulta sencilla. Algo en estos tiempos de cambio vertiginoso hace que surjan muchos obstáculos para colaborar y poder avanzar en la solución de problemas compartidos, tanto en nuestras organizaciones como en el país. Algunos de esos obstáculos son la desconfianza entre los miembros de un grupo, el temor ante las reacciones o comportamientos de las otras personas, el recelo por no entender completamente las intenciones de los demás, entre muchos otros.

¿Qué podemos hacer para liberar todo el potencial colaborativo que está implícito en la condición humana? Primero, entender la colaboración como el código base de un modelo operativo, es decir, la condición básica de cualquier plan para poner en práctica estrategias, iniciativas, intenciones o visiones. ¡Nadie puede lograr nada solo! Les doy un ejemplo: durante la pandemia del Covid-19 el mundo se vio enfrentado a un gigantesco reto colectivo y fue gracias a la colaboración entre empresas competidoras, gobiernos y academia de distintos países, que lograron desarrollar una vacuna eficaz en tiempo récord.

Una vez que entendemos que la colaboración tiene que ser parte de todo lo que hacemos, podemos seguir estos pasos para facilitarla en nuestros contextos inmediatos:

A.    Conocernos bien: es esencial que cada quién conozca bien qué aporta en un grupo de colaboración, qué le trae a la mesa. Cuáles son esas capacidades, experiencia y visión únicas. También, cuáles son sus intereses y necesidades, el propósito de colaborar. Por otra parte, es fundamental que las personas que están colaborando se conozcan entre sí, por lo cual, si el grupo se está formando desde cero y no hay experiencias previas, es fundamental dedicar tiempo a que los miembros del grupo se puedan conocer, intercambiar información sobre sí, compartir en espacios preparados para esto y reconocer que el vínculo de colaboración está basado en emociones muy humanas.

B.    Construir confianza: Una vez que las personas se conocen lo suficiente, comienza a crearse la confianza entre ellas, lo cual es fundamental para poder colaborar. La confianza es lo contrario al miedo y es indispensable para poder poner en marcha iniciativas de cualquier tipo. Cuando confiamos, sentimos la suficiente seguridad psicológica para escuchar de forma activa, proponer sin temor a represalias y, juntos, crear realidades futuras, basadas en una visión positiva de lo que es posible. 

C.   Poner en marcha procesos colaborativos: Cuando ya nos conocemos suficiente y hemos creado confianza, entonces podremos poner en marcha procesos de colaboración (que pueden ser proyectos de cualquier tamaño, dentro de una organización o a nivel de todo un país). Las iniciativas basadas en este modelo operativo estarán fundamentadas en la identificación de objetivos comunes, la transparencia, la distribución de poder de decisión y la participación de todos los involucrados.

Por medio de la colaboración podemos liberar todo el potencial para la innovación y la creatividad necesarias para crear soluciones a los problemas complejos que enfrentamos, de cualquier escala. En las organizaciones, nos permite alinear las voluntades y motivaciones, crear estrategias ganadoras y aumentar la capacidad de crear valor. En el país, es la única manera de asegurar una sociedad que progrese de forma equitativa y sostenible. Sin colaboración, Irlanda no sería el Tigre Celta ni Costa Rica hubiera logrado crear condiciones para distinguirse en la región y el mundo en aspectos como la gestión ambiental, la salud y la cultura de paz. Cuando sabemos que algo funciona, ¡usémoslo!

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